Siglo 21 Sección: Un Punto de Vista Página: 16

 

En busca del trabajo decente

El 18 de junio Asíes presentó 12 propuestas, bajo el título Guatemala camina. Pasos firmes para cambiar, dirigidas a enfrentar algunos de los grandes desafíos que enfrenta la sociedad guatemalteca. Uno de ellos es la creación de más puestos de trabajo, partiendo del hecho de que el trabajo es el elemento fundamental para que las personas puedan satisfacer sus necesidades vitales.

Y por eso mismo y, porque de acuerdo con el concepto de trabajo decente que en los últimos años constituye el eje articulador de nuestras propuestas en el tema, no se trata de crear cualquier trabajo, sino que este debe ser decente y productivo, en condiciones de libertad, dignidad, equidad y seguridad, debe ser de una calidad razonable, dignamente remunerado, con ejercicio de derechos, con protección de la seguridad social y posibilidad de un diálogo fructífero entre empleadores y trabajadores.

Por eso, la cantidad y la calidad de los puestos de trabajo son como dos caras de una moneda: inseparables una de la otra.

En atención a lo antes expuesto, la propuesta relacionada con el trabajo la hemos titulado En busca del trabajo decente. Crear puestos de trabajo decente, que sean sostenibles, y garanticen las justas utilidades de las empresas y la digna remuneración del trabajo, debe ser un objetivo central de las políticas económicas y sociales.

Es indudablemente, un objetivo ambicioso, que requiere de la combinación de muchos factores y de la atención de múltiples temas, pero no hay alternativa, si queremos una sociedad que tenga futuro.

En caso contrario, la economía guatemalteca solamente podrá sustentarse en la creación de puestos de trabajo con bajos salarios, que profundicen la desigualdad en la distribución en el ingreso, y que se conviertan en el principal atractivo para las inversiones, como se intenta con la desafortunada idea de los salarios mínimos diferenciados para cuatro municipios.

Al inicio de la propuesta se hace una breve caracterización de la situación laboral, utilizando los datos de la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (ENEI) de octubre de 2014.

El rasgo más preocupante que resulta de esa caracterización es que la precariedad laboral, así como sucede en muchas otras variables de la vida nacional, se concentra en la población rural y que, dentro de esta, los más afectados son las mujeres y los indígenas.

La agricultura, que es la principal actividad a la que se dedican los trabajadores rurales, absorbe a casi un tercio de la población ocupada del país, y genera solamente el 14% del PIB, lo que evidencia de inmediato un severo problema de productividad.

Por eso, la atención de las zonas rurales debe ser uno de los objetivos prioritarios de las políticas públicas, pero debe hacerse de una manera que contribuya, de manera efectiva e inequívoca, a superar las condiciones que afectan a dicha población.

En ese sentido, y dicho sea de paso, consideramos que las políticas existentes, especialmente las transferencias monetarias de Mi bono seguro, los alimentos de mi Bolsa Segura y los Comedores Seguros y los fertilizantes que entrega el Ministerio de Agricultura, no constituyen respuestas adecuadas a esa problemática.

Son solamente paliativos, insuficientes para garantizar un ingreso adecuado a las familias, que solamente generan dependencia y son extremadamente proclives al clientelismo.

En las próximas columnas iremos compartiendo con los lectores de ­Siglo.21 diversos aspectos del contenido de esta propuesta para la creación de trabajo decente.

ASIES

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