Siglo 21 Sección: Pulso Global Página: 10 y 11

 

Crisis: un terremoto que aún no afecta la economía

A las 6 horas del 16 de abril de 2015 ocurrió en Guatemala un sismo político-económico que tuvo como epicentro la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), con réplicas que todavía a la fecha, 75 días después, no se tiene una dimensión precisa de hasta dónde puedan derribar los muros que fueron levantados para mantener, incólumes y reinantes, a la impunidad y la corrupción.

Crisis: un terremoto que aún no afecta la economía

Aquel momento, que vino a destapar la forma de operar de la banda de cuello blanco que defraudó sistemáticamente las aduanas del país por un estimado de unos Q700 millones en ocho meses y que involucró al hasta entonces secretario privado de la vicepresidencia (hoy prófugo), a dos superintendentes de la SAT, mandos medios y personas de la empresa privada, vino a despertar el clamor ciudadano por el cese a la corrupción en todas las instancias gubernamentales.

Según el criterio de analistas, este terremoto ha sido lo suficientemente fuerte para mantener al presidente del país en una tremenda inestabilidad que no le permite gobernar, pero lo batante débil para no ocasionar cambios estructurales.

Los análisis hasta ahora permiten visualizar un efecto casi nulo en la macroeconomía del país aunque está a punto de provocar señales de alerta en lo microeconómico y en lo social, que de no atenderse de forma adecuada puede alimentar esa demanda de la sociedad.

FUTURO INMEDIATO
De cara a un nuevo Gobierno la situación no parece tan fácil. Lo mínimo que se espera es un cambio en aras de la transparencia, aunque también de una respuesta efectiva a los problemas de los guatemaltecos.

Y con una de las dos que no llene las expectativas de los ciudadanos, es fácil que ocurra una réplica de este sismo, incluso más fuerte que el evento principal. Y lo que más preocupa es que ahora la crisis de gobernabilidad tiene centrada toda la atención en ver cómo se salva el presidente y no se está atendiendo lo que causó toda esta insatisfacción ciudadana.

El presidente en funciones del Banco de Guatemala, Sergio Recinos, expresó la semana pasada que se mantiene la estimación de crecimiento anual del producto interno bruto (PIB) para este año entre 3.6% y 4.2%, y el nivel de inflación total se ubicó en mayo en 2.55%, por debajo del piso del corredor previsto a inicios de año.

La autoridad monetaria considera que la economía del país no se encuentra trabajando al cien por ciento, y para estimularla, decidió el miércoles pasado reducir la tasa de interés líder de 3.50% a 3.25%.

Pero el nivel de remesas, el monto de exportaciones, el ingreso de inversión, el tipo de cambio y otras variables importantes se mantienen dentro de un rango previsto. La macroeconomía aún no parece tener ningún impacto, a pesar de que Moody´s redujo la perspectiva de calificación de estable a negativo.

Para el analista independiente, Carlos Aníbal Martínez, el principal efecto comenzará a verse en los próximos meses a nivel microeconómico y en las condiciones de vida de los guatemaltecos. “Quizá el otro año vamos a ver niveles más severos de desempleo, de desnutrición y de inseguridad alimentaria”, opinó.

Ello derivado de que la crisis no ayuda en nada en que las empresas trasladen sus operaciones hacia el interior. En las ciudades las compañías ya tienen su mercado y no se avizora ningún cambio, pero en el interior no se están creando fuentes de trabajo y la falta de dinero se traduce en menos alimentos. “Los efectos más severos pueden experimentarse en el área rural, donde las políticas sociales se debilitaron totalmente”, añadió.

EN LO SOCIAL
Raquel Zelaya, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes) coincide en que “no hemos puesto suficiente atención a las repercusiones que seguramente tienen en el cortísimo plazo los rendimientos de la SAT (Superintendencia de Administración Tributaria), el colapso del sistema de salud o la elaboración del presupuesto del próximo año”. “Es obvio que en el área rural están las mayores carencias, ahí está focalizada la demanda de mayor atención”, agregó.

Zelaya manifestó que es primordial la aprobación del presupuesto para que el nuevo gobierno cuente con recursos acordes a sus ofrecimientos de campaña, de lo contrario la población comenzará a exigirlos y eso originaría algún riesgo de incremento en la ingobernabilidad.

Según Zelaya, los servicios de salud serán primordiales para prevenir aspectos de desnutrición y hambre; “habría que tener la serenidad de ver por encima de la coyuntura política”, expresó.

A ello hay que agregar un serio debate sobre “los escenarios de endeudamiento y darle el seguimiento a la reestructuración de la SAT, que es clave para la generación de ingresos para el Estado”, afirmó.

FALTA CERTEZA
Para Martínez, todo esto se hubiera evitado si el Gobierno habría “capturado al principal responsable de la red defraudadora y de enjuiciarlo ejemplarmente y poner en marcha reformas fundamentales de leyes que son estratégicas para el país”.

“El panorama de inestabilidad política es incierto porque las elecciones se van a efectuar con la misma ley electoral, con la misma clase política, con las mismas intenciones, nadie sabe si las finanzas públicas se van a recuperar o se van a debilitar aún más y si el próximo gobierno llega con una baja credibilidad, entonces la moral tributaria va a debilitar más la recaudación”, dijo Martínez.

El problema que tienen los economistas ahora se parece más al de los expertos en sismología. No se sabe cuándo viene la próxima réplica ni de qué magnitud. Martínez afirma que le gusta correr modelos matemáticos y econométricos para intentar prever distintos escenarios posibles, pero ahora la inestabilidad es tal que prefiere no hacer escenarios. No se puede, dice, por más que quiera. Lo que nos toca, como con los terremotos, es tener conciencia de que puede ocurrir otro, incluso más fuerte, en cualquier momento y estar preparado para cuando ello suceda.

Efectos económicos
Temor en calificadoras

Paulo De León, del Central American Business Intelligence (CABI), considera importante resolver la incógnita de quién será el próximo presidente, porque ello sí puede cambiar la expectativa de los agentes económicos.
Añade que hay mucho optimismo acerca de las protestas que está realizando la sociedad, de manera pacífica, coordinada, pidiendo el fin de la corrupción.
De León considera que la tercera calificadora que aún no se pronuncia, Standard & Poor´s, no cambiará la calificación.
“Visto desde afuera, el temor que puedan tener es que salga un (Hugo) Chávez en Guatemala y nuestra economía se venga a pique”, explica el analista de CABI.
“Ahora tendremos seis meses donde prácticamente no vamos a tener Estado, ni toma de decisiones importantes, ni avances ni nada; el Congreso está paralizado”, recuerda De León.
Jorge Benavides, investigador asociado del Centro de Iniciativas de Desarrollo (CIDES) de la Fundación para el Desarrollo (Fundesa) dijo que, dadas las condiciones de recaudación, se “propiciará la adquisición de nueva deuda para cubrir los egresos en el primer trimestre de 2016, siendo incluso riesgosa la posición de Guatemala para cumplir con los compromisos de pago”.
De continuar la inestabilidad política puede haber algún efecto en las calificaciones de riesgo del país que emiten las agencias internacionales, lo que podría traer como consecuencia un incremento en la tasa de interés”, señaló Benavides.

ASIES

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