Siglo 21 Sección: Columna de Opinión Pagina: 18

 

Corrupción e ineficiencia

 Este miércoles 4 de febrero fue el aniversario del terremoto más destructivo del siglo XX, que puso al descubierto, una vez más, la inicua desigualdad que caracteriza y estigmatiza a nuestra Guatemala. Si mal no recuerdo el editorial del No Nos Tientes se tituló A las víctimas de siempre, pues la mayoría de los 23 mil fallecidos y del millón de personas que quedaron sin hogar pertenecían a familias pobres. Salvo en algunos lugares como Guastatoya, donde hasta las casas de ladrillo o bloc se derrumbaron, se habría evitado buena parte de los muertos y de las viviendas destruidas si estas no hubieran sido tan precarias, debido en parte a la inexistencia de normas antisísmicas en la mayor parte del país, pero también a la pobreza, que obligaba a continuar dependiendo del adobe.

Pues ese día, la Cámara de Comercio invitó al desayuno empresarial Proyecciones económicas para un año electoral, que se inició con una conferencia magistral del Lic. Julio Suárez, respetado economista, presidente del Banco de Guatemala, que fue seguida de un panel moderado por Gonzalo Marroquín, igualmente respetado personaje de la prensa nacional. El Lic. Suárez analizó la macroeconomía internacional y las perspectivas para 2015, confirmando que en el ámbito de las variables macroeconómicas el país está bien, superando a nuestros vecinos centroamericanos. Obviamente, la salud de esas variables es fundamental, pero el problema es que no pasamos de allí. A lo largo de la última década, como señalara hace poco Juan Alberto Fuentes, lo que tenemos es un “crecimiento por inercia”. Es como un carro desconectado, sobre una pendiente suave. No se detiene, pero tampoco avanza a un ritmo más rápido que el aumento de la población. Debemos crecer a una tasa superior al 6% anual, pero estamos como aquellos enfermos estables. No entramos en crisis, pero tampoco nos podemos levantar de la cama. Y claro, el Banguat saca su tarea desde hace muchos años, pero los gobiernos, con políticas equivocadas, ineptitud en el manejo de los asuntos públicos y corrupción galopante, entre otras fallas, no contribuyen para que tomemos la senda de un desarrollo económico y social con beneficios para todos.

Al inicio del evento los organizadores entregaron una boleta y previo al panel dieron a conocer los resultados. No se trata de una encuesta estadísticamente válida, pero el número (743) y diversidad del público, realmente plural, da respaldo a las respuestas obtenidas. Hablando de corrupción, el 69% considera que es mayor con relación a Gobiernos anteriores, confirmando la percepción que uno recoge de cada vez más personas, sobre ese cáncer que parece incurable. El 64% califica la gestión del Gobierno de mala o muy mala, lo que lleva también a concluir que el excesivo e injustificado gasto en propaganda, habida cuenta de las penurias en los restantes ámbitos del Gobierno, es al final inútil. Es por demás interesante que el 71% opinó que la CICIG debe continuar por un período de dos años más. Esto a mi juicio se relaciona con el hecho de que es vista como un instrumento necesario para el combate a la corrupción, pues por el manoseo en los nombramientos no hay confianza de que el sistema de justicia y la Contraloría puedan erradicar las mafias enquistadas en prácticamente todas las instancias de Gobierno. Necesitamos un elemento externo, a salvo de la contaminación, para forzar a los órganos competentes a cumplir con su deber y reducir la impunidad que alienta la corrupción. Y felicitaciones a la Cámara de Comercio por el exitoso evento.

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