Siglo21 Sección: Un punto de vista Página: 16

 

Hay pactos y pactos

Nuestro ilustre y recordado maestro de filosofía del Liceo Guatemala, el Hermano Javier Ayúcar, utilizaba un sencillo ejemplo para explicar la falacia de “generalización sin suficiente fundamento”: “Australia tiene muy buenos tenistas; en consecuencia, todos los australianos juegan bien el tenis”. Ese tipo de falacia se evidencia en la formidable y tendenciosa campaña que los corifeos del neoliberalismo emprendieron contra los sindicatos de trabajadores del Estado, utilizando como plataforma de lanzamiento los abusos que aparecen en varios pactos colectivos. Y cae como anillo al dedo la definición de falacia del Diccionario de la Lengua Española: “Engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien”.

Debido al análisis superficial y parcial que prevalece en muchos, se llega a conclusiones erróneas, convirtiendo a los sindicatos en los culpables de todos los males que aquejan al Estado. Campaña con dados cargados, pues su propósito es desprestigiar la organización sindical, descalificar el derecho de los trabajadores para asociarse y promover sus intereses, en igual forma que lo tiene cualquier otro sector social. El mensaje envuelto en la preocupación por las finanzas públicas es: mucho cuidado con que le aparezca un sindicato, pues es el principio del fin para toda empresa.

Hemos señalado en otras ocasiones, respecto a los sindicatos y la negociación colectiva en el sector público, varias cuestiones: la libertad de asociación y el derecho de negociar colectivamente son parte de los derechos fundamentales en el trabajo; la Constitución obliga al Estado a proteger y fomentar la negociación colectiva, por lo que mal haría en no practicarla con sus trabajadores; y por la naturaleza de la función pública la negociación en el ámbito estatal puede ser objeto de ciertas limitaciones que no se dan en la esfera privada, donde priva la autonomía de las partes.

También hemos señalado que los principales responsables de los abusos introducidos en los pactos son los funcionarios que los negociaron. En todos los casos dichos funcionarios se benefician de lo que conceden a costa del erario público, o son permisivos por falta de coraje; y que la corrupción alienta a los trabajadores a excederse en sus demandas. Es indudable que en las entidades donde existen más corrupción son las que otorgan mayores privilegios, como las portuarias, aeronáutica civil y el Congreso.

Y decimos que hay pactos y pactos pues, algunos como el del Ministerio de Educación o el de la Universidad de San Carlos, no incluyen cláusulas abusivas. En el Mineduc el pacto permitió, como igualmente indicamos en una ocasión, que los salarios de los maestros alcanzaran un nivel razonable, equivalente al fijado para un policía, y muy lejos de los principescos sueldos de los ujieres y conserjes del Congreso. En Salud Pública, hay luces y sombras, pero el mayor gasto corresponde a los aumentos para el personal médico y paramédico. Muchos detractores de los pactos colectivos afirman que el servicio civil debe fundarse en la meritocracia y captar a los mejores, lo cual comparto. Pero, ¿será posible incorporar a las mejores enfermeras con un salario base de Q1,302 mensuales?

Por ello es necesario evitar la satanización y la generalización, para analizar los pactos con sensatez y ecuanimidad. Y el que esté libre de pecado que lance la primera piedra. Un exmagistrado de la CSJ criticaba los abusos, pero no dice si declinó la indemnización que reciben los magistrados, gracias al pacto del OJ, a pesar de ser nombrados a plazo fijo y de contravenir una disposición constitucional.

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