Pero la forma como se desarrollaron los acontecimientos obligan a compartir con nuestros estimados lectores algunas reflexiones.

La torpeza con la que el presidente Pérez Molina ha manejado la crisis derivada del proceso iniciado contra la mafia en las aduanas y la posibilidad, cada vez más cierta en la opinión pública, de que la vicepresidente Baldetti se encuentre involucrada en la misma, llevó a una ola de indignación ciudadana como pocas veces se había visto en los últimos 30 años.

Con el caso del “agua mágica” de Amatitlán y la sospechosa fuga de su secretario privado, cumpliéndose el refrán de que “tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe”.

Ante la solicitud de antejuicio presentada por el Movimiento Nueva República, Winak y URNG, hecho por el cual sus dirigentes merecen un justo reconocimiento, la Corte Suprema de Justicia le dio trámite con una sorprendente rapidez y por unanimidad.

Ya lo dijimos en la columna anterior, a propósito del sistema de justicia. Si no querían que la ira popular incluyera a los tribunales, debían seguir el refrán que reza “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”.

Con similar premura, después de 22 intentos fallidos de celebrar sesión, procedió el Congreso para integrar, tan solo un día después, la comisión pesquisidora. Y el recurso presentado ante la Corte de Constitucionalidad fue denegado, también de inmediato, por la Corte de Constitucionalidad.

Y obviamente, sabiendo que el antejuicio sería declarado con lugar por el Congreso en unos cuantos días y para aliviar la presión, viendo que el mundo se le venía encima, no tuvo más remedio que renunciar. Y al anunciar esa decisión, el presidente Pérez Molina comienza por enumerar todos los méritos acumulados por la señora Baldetti a lo largo de su desafortunada gestión vicepresidencial.

Cabe recordar que el presidente Pérez Molina, hace unos días, ante la exigencia de la renuncia, que venía de todas partes, decía que tenía que haber una salida institucional.

Tan malos asesores tiene que no le podían aclarar que la renuncia es también una salida institucional, pues está prevista en la Constitución, así como está señalado el procedimiento para sustituir, al presidente o vicepresidente, en caso de renuncia o separación del cargo.

Pérez Molina también seguramente concluyó que, como dije en una entrevista para Guatevisión, recordando el juego de ajedrez, por estar defendiendo a la reina, corría el riesgo de que le den “jaque mate”.

Así que no les quedó otro camino que tomar la decisión, de ninguna manera valiente, como dijo el mandatario, de declinar el cargo y quedar a disposición de los tribunales, es posible que ya sea demasiado tarde para aliviar esa presión, pero no le quedó otro camino que intentarlo.

En todo caso, es una maravillosa lección que queda para la historia. Ojalá que en adelante, los guatemaltecos seamos implacables ante la mínima sospecha de corrupción. Ese cáncer, que corroe las entrañas del sistema democrático y del Estado de derecho debe ser erradicado a toda costa.

También llena de esperanza el antejuicio declarado con lugar contra la jueza Reinoso. Si se comprueba el enriquecimiento ilícito y se llega a la extinción de dominio, habrá un mensaje poderoso para todos los corruptos de que la vergüenza tal vez les pasa pero el dinero no se queda en la casa.

Es fundamental, como señalara primero monseñor Julio Vian y después la Conferencia Episcopal de Guatemala, que se confisquen los bienes y el dinero mal habido. Eso y penas severas son indispensables, entre otras muchas medidas, pue la corrupción es una hidra de mil cabezas.

Igualmente alentadoras son las acciones del MP y la Cicig del viernes pasado, al lograr nuevamente la captura de los integrantes externos de la red mafiosa de aduanas y plantear el antejuicio contra la jueza que otorgó, descaradamente, las medidas sustitutivas.

Aparece ahora una luz al final del túnel y esperamos que la guerra contra la corrupción continué sin tregua, para que quienes se han enriquecido a costa del pueblo ya no puedan dormir tranquilos.