La corrupción está provocando un daño “incuantificable” a Guatemala

Por Leticia Núñez

Lunes 19 de febrero de 201817:00h

Leticia Núñez (ALN).- Pablo Hurtado, director de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales de Guatemala, asegura que el país lleva “más de ocho años donde no hay inversión en un solo kilómetro de infraestructura, a pesar de que el presupuesto se ejecuta”. No obstante, afirma que ha habido avances y que “no cualquier país puede decir que tiene en prisión a un expresidente (Otto Pérez Molina) y a una exvicepresidenta (Roxana Baldetti) estando en el cargo”.

La corrupción es uno de los principales problemas que afectan el desarrollo de Guatemala / Flickr: Surizar

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La corrupción es uno de los principales problemas que afectan el desarrollo de Guatemala / Flickr: Surizar

Dice Pablo Hurtado, director de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies) de Guatemala, que el daño que está provocando la corrupción en el país es “incuantificable”. Pone dos ejemplos al respecto: “Tenemos más de ocho años donde no hay inversión en un solo kilómetros de infraestructura y entre 15 y 20 sin construir un hospital nuevo”. Y todo, dice, “a pesar de que el presupuesto se ejecuta”.

En una entrevista con el diario ALnavío, Hurtado señala que “no cualquier país puede decir que tiene en prisión a un expresidente y a una exvicepresidenta estando en el cargo”. Se refiere a Otto Pérez Molina, en prisión preventiva desde 2015, y a Roxana Baldetti, en similar situación desde el mismo año.

A todo esto, se suma la detención la semana pasada del expresidente guatemalteco Álvaro Colom y otras nueve personas, entre ellas el exministro y actual presidente de Oxfam InternacionalJuan Alberto Fuentes, por un presunto caso de corrupción vinculado a la implantación de un nuevo modelo de transporte en la capital.

No obstante, Hurtado defiende que en Guatemala ha habido avances, “la institucionalidad está formada y hay un crecimiento económico sostenido”. En su opinión, el país “tiene todas las condiciones para dar un salto cualitativo hacia el desarrollo”. Se trata, según el presidente del think tank, de “apretar los botones adecuados”.

– ¿Cuándo y por qué surge Asies?

– Asies es el primer centro de investigación independiente y privado de Guatemala. Surgió en 1979, en pleno conflicto armado interno, en las épocas más cruentas. Nace como un grupo plural de académicos y empresarios interesados en generar condiciones adecuadas para una eventual incorporación democrática y el surgimiento de un sistema político democrático en el país. Desde su fundación, Asies se ha preocupado por trabajar en tres grandes ejes: el fortalecimiento del Estado de derecho, el sistema democrático y la implementación de los principios de economía social de mercado.

– En 1982, el think tank dice que formuló propuestas clave para la apertura democrática. ¿Cuáles fueron?

– Nos centramos en la necesidad de que en el país existiera un tribunal electoral independiente. Fue uno de los principales aportes de Asies. También que hoy tengamos un Tribunal Supremo Electoral creado justamente para llevar a cabo el primer proceso democrático en 1985 que dio origen a la conformación de la Asamblea Nacional Constituyente y la posterior instalación del primer Congreso de la República. La asociación desempeñó un papel de unidad, no vinculado a ningún partido, sino en apoyo de la institucionalidad. Adicionalmente, se puede apreciar que hay varios elementos de economía de mercado que están incorporados y que es resultado del trabajo de miembros de la asociación.

“Estamos convencidos de que es posible acercar pequeños cambios para pensar en cuestiones más estructurales”

– Uno de sus objetivos es plantear soluciones viables a los problemas de Guatemala. ¿Cuáles son esos problemas?

– El que hemos determinado como problema central es la enorme desigualdad que existe. Durante más de una década ha habido crecimiento sostenido, no muy dinámico, pero sostenido. Sin embargo, al final de cuentas eso no ha implicado ninguna variación positiva en cuanto a combatir la desigualdad. Al contrario, Guatemala es de los pocos países de Latinoaméricadonde la pobreza ha crecido.

Está nutrido por otros problemas como una débil institucionalidad, la ausencia de un modelo económico y de desarrollo, esos constituyen obstáculos importantes para la inversión y el crecimiento. No hay una decisión sobre minería. En algunos casos se otorgan las licencias sin cumplir con la obligación de consulta previa que establece el convenio de la OIT. Todo ello genera incertidumbre que en nada favorece la competitividad.

Hay un sistema de partidos políticos altamente deficiente y volátil donde los partidos no cumplen con su función de ser intermediarios entre la sociedad y el Estado. Eso hace que organizaciones como Asies hayamos tenido que asumir ese rol intercomunicador. Partidos políticos donde un máximo de seis personas toman todas las decisiones, con total ausencia de democracia interna. No representan a los ciudadanos, se dice coloquialmente que en Guatemala votamos, pero no elegimos.

En definitiva, un sistema con grandes dificultades, que no permite que gobernantes y gobernados nos mantengamos en el marco del Estado de derecho y eso abre la puerta a la discrecionalidad. Por eso, el tema de la lucha contra la impunidad y la corrupción es el gran reto en nuestro país, sobre el cual giran todos los demás problemas. Consecuentemente, hoy por hoy es una de nuestras grandes áreas de trabajo.

El expresidente de Guatemala Otto Pérez Molina se encuentra en prisión desde 2015 / Flickr: Casa de América

– ¿Hasta qué punto la corrupción afecta al desarrollo de Guatemala?

– El daño real que provoca es incuantificable. Por ejemplo, en obra pública, donde tradicionalmente ha habido corrupción. En Guatemala tenemos más de ocho años donde no hay inversión en un solo kilómetro de infraestructura, a pesar de que el presupuesto se ejecuta. Tenemos 15 o 20 años sin construir un hospital nuevo. La mayoría del presupuesto público, más del 70%, es destinado a estricto funcionamiento. Eso impide hacer cualquier inversión nueva en cualquier ámbito.

Además, tenemos un débil sistema tributario, con una de las cargas tributarias más bajas a nivel mundial. Sin recursos, el Estado no puede hacer nada. Y si esos recursos no son utilizados de manera eficiente, ahí fácilmente se puede hacer el vínculo con el decrecimiento de los índices de desarrollo.

La desnutrición crónica es otro de los grandes problemas y eso incide en el desarrollo físico y emocional de las personas y repercute a su vez en el desarrollo del país. Pese a que ha habido una leve mejoría, al ritmo que llevamos nos tomaría 62 años alcanzar los niveles de Honduras y 90 años los que tiene El Salvador, y tanto Honduras y El Salvador sabemos y conocemos la cantidad de problemas que tienen.

– ¿Cómo se soluciona esto? ¿Por dónde se empieza ante tal panorama?

– Es importante mencionar que desde 1985 también ha habido algunos avances. Si bien con algunos desafíos, la institucionalidad está formada y hay un crecimiento económico sostenido. Para evitar un ahogamiento en la cantidad de problemas, en Asies hemos planteado tres niveles. Primero, un sistema judicial que logre garantizar el acceso a la justicia, que sea ágil y eficaz. En segundo lugar, la reforma del sistema de partidos políticos. Que puedan responder ante la ciudadanía, lejos de intereses personales. Hoy por hoy eso no sucede. Cambiar de partido es casi tan usual y simple como cambiar de vestimenta. Y, en tercer lugar, una actualización del sistema tributario. Establecer no sólo el aumento de la base tributaria, sino elevar el número de gente que paga impuestos. Cumpliendo estas tres condiciones se puede iniciar un proceso que reoriente nuestra situación con miras a un desarrollo sostenido.

– En cualquier caso, el país tiene mucho trabajo por delante.

– No son soluciones inmediatas, tenemos que dejar de pensar que un gobierno en cuatro años puede cambiar la situación. Que cada cuatro años no sea volver a empezar, sino que puedan darse esos primeros pasos e iniciar un proceso desde una visión de Estado que permita atender los distintos problemas del país.

– ¿Es hoy Guatemala una democracia? ¿Cómo es la calidad democrática del país?

– Sí somos una democracia formalmente establecida, con grandes desafíos para alcanzar una democracia cualitativa. No podemos menospreciar y no reconocer los avances que han existido desde la firma de la paz. No estamos en un conflicto armado, así que ese es un avance significativo. También se ha mejorado en educación, hay una política económica y monetaria que ha traído estabilidad, se ha diversificado nuestra matriz energética y la mayoría de la población tiene acceso a la electricidad.

Tenemos una institucionalidad que ha sido probada. Hubo un intento de golpe de Estado y se logró mantener y restablecer el orden constitucional. Hemos avanzado en temas de Estado de derecho. No cualquier país puede decir que tiene en prisión a un expresidente y a una exvicepresidenta estando en el cargo [Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti]. Es delicado, pero debemos verlo como un avance (Ver más: 19 expresidentes latinoamericanos están investigados por corrupción).

“Creemos que Guatemala tiene todas las condiciones para dar un salto cualitativo hacia el desarrollo”

Nuestras instituciones han ido funcionando. Lo que tenemos que hacer es apoyarlas, continuar y corregir lo que no se está haciendo bien. Creemos que Guatemala tiene todas las condiciones para dar un salto cualitativo hacia el desarrollo. Es necesario que exista unidad nacional, que estemos convencidos de que esa debe ser la ruta y poner más atención a los aspectos que nos unen y no a los que nos diferencian. Sigue siendo una sociedad polarizada.

– ¿Cómo está dividida la sociedad?

– Recientemente se ha generado una polarización política importante entre quienes apoyan a las instituciones que están liderando el combate a la corrupción y la impunidad (Ministerio Público y Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala) y quienes se oponen. El problema es que sí hemos visto manifestaciones de intolerancia y extremismo ideológico que teníamos más de 20 años sin ver.

Hay que remontarse a los años 40 del siglo pasado para ver un nivel de unidad nacional contra la corrupción tan grande. Del 2015 para acá eso que nos unía ha generado divisiones.

– ¿Cómo se explica que la ciudadanía se oponga a que se investigue la corrupción?

– La posición no es abiertamente contra la investigación de la corrupción, sino oposición a las personas o a las formas con las que se ha llevado a cabo. A lo largo de muchos años, de décadas, ha habido grupos de poder que hoy en día están viendo afectados sus intereses. Eso genera una oposición.

– ¿Qué balance hacen del 2017 en Guatemala? ¿Y cómo afrontan 2018, con qué esperanza?

– 2017 fue un año de mucha expectativa y de poca transcendencia. La debilidad institucional se hizo más evidente. Lamentablemente creemos que 2018, un año preelectoral, va a ser difícil y complicado. Continúa siendo evidente una ausencia de timón, sobre todo desde la Presidencia de la República, de cómo salir adelante. No están claras cuáles son las prioridades de gobierno y si citan alguna, después las acciones realizadas no son consecuentes. La clase política está pensando en el próximo ciclo electoral y cuáles pueden ser los vehículos electorales que les permitan un buen desempeño. Y eso hace que el interés en los temas del país se vea reducido significativamente.

“Hay un sistema de partidos políticos altamente deficiente. En Guatemala votamos, pero no elegimos”

– Difícil situación…

– Es complicado, pero estamos convencidos de que es posible acercar pequeños cambios para pensar en cuestiones más estructurales. Ante cada debilidad existe una enorme oportunidad de hacer algo. Ese es el compromiso de Asies y otras organizaciones. Guatemala tiene todas las condiciones para dar un salto cualitativo hacia el desarrollo. Es cuestión de apretar los botones adecuados.

– ¿Tienen en cuenta los respectivos gobiernos las propuestas de Asies?

– Desde finales de los años 80, cada cuatro años preparamos una serie de propuestas que hemos denominado Agenda Nacional, justo con la intención de proponerla a los distintos partidos como insumos para los planes de gobierno. La experiencia y los resultados han sido diversos: en el primer proceso democrático, en 1985, se logró que los dos candidatos que pasaron a la segunda ronda, Vinicio Cerezo y Jorge Carpio, se reunieran en Asies y adoptaran el acuerdo de tomar en cuenta lo que surgió como una propuesta política y monetaria para el país. El quetzal, nuestra moneda, había mantenido una paridad no real con el dólar. Para poder llevar a cabo una regulación adecuada sobre la devaluación era necesaria una política monetaria. Ambos candidatos acordaron que la propuesta de Asies sería la que implementarían. Era un documento de más de 1.000 páginas que los dos tomaron como base para sus planes de gobierno.

Siempre ha habido la oportunidad de presentar las propuestas. Sabemos que son eso, propuestas, y que pueden ser insumos para los tomadores de decisiones.

– ¿Podría decirse que Asies ha tenido un papel histórico?

– Sí. Son años que coinciden con el incipiente proceso democrático en Guatemala. Frente a los distintos problemas, Asies ha tomado la decisión de trabajar seriamente en elaborar propuestas de políticas públicas. Las condiciones del país ameritan que sea con base en datos que se puedan aplicar políticas públicas y no simplemente dejarlas a la buena intención que pueda existir o no en los tomadores de decisiones. En los momentos clave del país Asies ha estado presente. En 1993, cuando se dio el intento de autogolpe de Estado del entonces presidente Jorge Serrano, la asociación participó activamente en el grupo de la sociedad civil que se formó para hacer ver la inconstitucionalidad de ese intento y reconducir el país hacia el sistema constitucional.

ASIES

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