El Periódico   Sección: Opinión   Página: 15

 

Las encuestas no predicen los resultados electorales

Más que fallos en las encuestas, parece ser un exceso de confianza en los resultados.

JUAN PABLO PIRA/ ASIES

Nadie quiere arriesgarse a un “fallo”, pero la solución no está en evitar las mediciones.

Estamos a las puertas de las elecciones generales Guatemala 2015 y una diferencia con procesos anteriores es la escasez de encuestas preelectorales. Normalmente, en un año electoral, cada grupo de medios presentaba una encuesta mensual con un reporte y comentarios de analistas. Esta era una estampa que no podía faltar. En otros años, a estas alturas, ya habíamos visto entre nueve y 12 encuestas, pero en esta ocasión, son mucho menos. ¿Qué pudo haber pasado? ¿Será que los medios ya no quieren hacer esta inversión? Puede ser que lo estén analizando.
Hay hechos a considerar como los “fallos” recientes en las últimas elecciones de 2014 en Panamá, en donde Varela aparecía consistentemente en un distante tercer lugar y el día de los comicios, aventajó por más de cinco por ciento al favorito de las encuestas. En el Salvador en 2014 se esperaba una ventaja cómoda para el FMLN, aunque al final se vio una diferencia mínima de un poco más de 6 mil votos.
En los días siguientes a estos eventos electorales, el tema obligado son las diferencias entre las encuestas y los resultados. Las páginas de opinión se llenan de explicaciones en torno al fallo de las encuestas y a las mil razones que explican el resultado que se obtuvo. Algunos discuten los eventos y la campaña de los últimos días, otros prefieren hablar de trampas y engaños, pero todos coinciden en que los datos no reflejan lo que se vio en las mediciones.
Sin embargo, más que fallos en las encuestas, parece ser un exceso de confianza en los resultados. Se olvida que las encuestas presentan la situación “si las elecciones fueran hoy” y se tratan como predicciones para el día de las elecciones. Se ignora lo amplios que son los márgenes de error en las encuestas. Se habla de un virtual ganador cuando en realidad se tiene una medición en un punto en el tiempo, que no es el día de la elección. Un analista se arriesga cuando resta la intención de voto entre dos candidatos y discute esta diferencia que es más incierta que los datos de la encuesta. Lo adecuado es que el lenguaje a utilizar sea conservador y enfatice que se trata de un proceso, de la fotografía de un momento y no de un método adivinatorio.
No dudo que en los próximos meses vendrá la usual avalancha de datos, pero los medios se muestran cautelosos. Nadie quiere arriesgarse a un “fallo”, pero la solución no está en evitar las mediciones sino en utilizar un lenguaje más medido a la hora de discutirlas para darlas a conocer.

ASIES

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