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Necesitamos un censo poblacional

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Por: Violeta Hernández

Columnista de PERSPECTIVA

En la actualidad existe un deseo insaciable por tener estadísticas, bajo la creencia de que el dato (o más bien la comparación de un dato con otros) nos indica si estamos haciendo las cosas bien o mal. Esto ocurre en varios ámbitos: por ejemplo, las empresas siempre están pendientes del crecimiento de sus ventas y, ahora con las redes sociales, de sus seguidores. Asimismo, el Gobierno presenta sus logros en función de las estadísticas de educación, salud y seguridad como se evidencia en el último reporte de gestión gubernamental.

Las estadísticas –que en alguna ocasión Mark Twain catalogó como otro tipo de mentiras– parecen estar determinando el éxito o fracaso de nuestras acciones. Sin embargo, tres personajes distinguidos de las ciencias sociales como Charles Goodhart, Donald Thomas Campbell y Robert Lucas coinciden en que cuando un dato estadístico se convierte en un objetivo de una política o acción, este cesa de ser un buen indicador (claro que ellos lo dicen de manera más elegante).

Si queremos mejores datos para medir nuestras acciones, necesitamos un censo en Guatemala”.

Por ejemplo, dado que la puntualidad de los vuelos es apreciada por los pasajeros, las aerolíneas como la europea Ryanair mencionan que el 90% de sus vuelos aterrizan en su destino antes de lo estimado… cuando en realidad se sospecha que sobreestiman el tiempo de vuelo para estar siempre dentro de sus límites (Harford, 2013).

Ahora veamos un caso nacional en el que se hace énfasis en el “dato” para determinar la efectividad de las acciones gubernamentales, sin reparar en la inexactitud del indicador. Por ejemplo, la tasa de homicidios es usualmente utilizado para resaltar que las acciones en contra de violencia han sido exitosas: se menciona que en los tres años de la actual administración gubernamental ha pasado de 39 a 31 homicidios por cada 100 mil habitantes (Morales, 2015). Como se observa, este indicador está relacionado con la cantidad de habitantes en el país que deriva de las proyecciones poblacionales del censo ¡que se realizó hace trece años!

Es decir, uno de los competentes de la tasa de homicidios son las proyecciones de población y, mientras más tiempo pasemos sin censo, estas pierden su veracidad. No estoy diciendo que las proyecciones están mal hechas pero todas las metodologías de proyección tienen sus limitaciones.

Entonces, en este caso específico, no existen incentivos para indicar que este indicador tiene limitaciones porque está mostrando una tendencia “favorable”.

Para tener mejor información, sería beneficioso realizar un censo. Juan Pablo Pira, analista de ASIES, también menciona que datos censales actualizados permitirían una mejor asignación presupuestaria a las municipalidades conforme al número de habitantes y, por otro lado, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) tendría mejores datos para determinar la mejor ubicación de las mesas de votación para que estén más cercanas a los votantes (Valenzuela, 2015).

Eso me recuerda el principal obstáculo para realizar un censo: las limitaciones presupuestarias. De acuerdo con declaraciones de funcionarios del Instituto Nacional de Estadística se requieren Q180 millones. Este monto es similar a la ampliación presupuestaria que el TSE está solicitando, adicionalmente a los Q500 millones ya aprobados, para realizar el proceso electoral de este año.

Hubiera sido bueno asignar recursos para realizar el censo también.

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