La Hora Sección: Reportaje Página: 6-8

¿Llegó la hora del cambio en Guatemala?

por Diario La Hora

 

POR REDACCIÓN LA HORA*
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Jimmy Morales asumirá la Presidencia el próximo 14 de enero y renovará los rostros en el Ejecutivo, un organismo que en los últimos meses se ha visto empañado por escándalos de corrupción, de los que tampoco se escapan el Congreso y el sistema de justicia. Al margen de esta elección, buena parte de la ciudadanía, que está hastiada de la clase política, espera que estos comicios marquen el inicio de una nueva era de participación y exigencias de la población, que den lugar a cambios en el sistema que propicien un Estado efectivo y transparente.

El país por primera vez será conducido por un candidato neófito en la política, que deberá lidiar con pedidos de reformas profundas, según el presidente Alejandro Maldonado, quien asumió tras la renuncia de Otto Pérez Molina y de su vicepresidenta Roxana Baldetti, vinculados ambos a una red que defraudó al Estado por varios millones de dólares.

El comediante Morales, quien enfatizó su condición de inexperto en política electoral, ganó ayer la elección presidencial con 2.7 millones de votos, una amplia ventaja sobre su contendiente, Sandra Torres, que consiguió 1.3 millones de votos.

“Un año le va a dejar al nuevo gobierno para llenar otra vez plazas, calles, avenidas, carreteras, en verdadera protesta social”, señaló Maldonado en un reciente discurso a empresarios, en alusión a las protestas populares que forzaron la renuncia de Pérez Molina en septiembre. “Este pueblo ya no se va a esperar tres años para salir de nuevo a la plaza”.

Las jornadas de protestas que se iniciaron en abril de 2015 con la desarticulación de una estructura de corrupción que se involucró en temas de sobornos y coimas hasta el Presidente. La investigación fue liderada por el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala.

Las investigaciones apuntaron inicialmente a la exvicepresidenta Baldetti, cuyo exsecretario privado Juan Carlos Monzón y su operador en empresas Salvador González, fueron sindicados como líderes de la red, y luego abarcaron también a Pérez Molina, así como funcionarios, empresarios y particulares.

Sin embargo, las protestas fueron más allá y empezaron también los pedidos ciudadanos para cambiar el sistema político y judicial, que den lugar a un nuevo modelo de Estado que responda a las demandas ciudadanas.

LUCHA CONTRA LAS ESTRUCTURAS

Morales luchó por posicionarse como el candidato anticorrupción, al punto que ofreció mantener en su cargo a la fiscal general Thelma Aldana y apoyar a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).

“Hay controles que aplicar, auditorias que realizar”, dijo Morales en un debate público. “Todos los elementos de auditoria que pueden estar desde la Presidencia y Vicepresidencia se van a poner a funcionar”.

Pero muchos son escépticos de que lo que ofrecen los candidatos pueda hacerse realidad, trabajar de verdad para erradicar la corrupción arraigada y encontrar servidores públicos honestos para formar un gobierno.

“He visto foros y debates y no me han convencido”, dice Oneida de Bertrand, ama de casa que participó de las manifestaciones. “Dicen lo que todos sabemos de cómo está el país, pero a la hora de sus propuestas no dicen cómo y con qué, y lo peor es que a estas alturas ninguno de los dos presentan quiénes integrarán sus gabinetes”.

Mientras las protestas se enfocaron en la corrupción y la salida de Pérez Molina y Baldetti, para otros las demandas también deben incluir la necesidad de cambios estructurales para atender problemas crónicos como la pobreza y la desigualdad.

El país también debe luchar contra estructuras que mantienen su influencia en el Gobierno y dominan aspectos de la sociedad, además de tasas de homicidios que figuran entre las más altas en el mundo.

Los expertos dicen que las instituciones del país se mantienen dominadas por los mismos partidos políticos y muchos de los diputados electos en septiembre son productos de ese sistema que motivó las protestas.

Los nuevos legisladores “tienen las mismas mañas” de siempre, opinó Eduardo Stein, un exvicepresidente y analista político. Stein cree que el próximo Presidente no solo llega con una ciudadanía que tiene muy poca paciencia para esperar cambios, sino que recibe un Estado sin fondos debido a los malos manejos de su presupuesto, pero que es un momento histórico para imponer reformas.

“Estamos ante una oportunidad extraordinaria y única de dar saltos de calidad en nuestra sociedad”, asegura el exvicepresidente.

Álvaro Pop, analista independiente, refirió al respecto: “No es que exista alguna oportunidad a partir de hoy para las transformaciones y los cambios. La oportunidad del cambio empezó en el momento en que se estableció una nueva acción ciudadana de exigencia a la transformación y el cambio”.

“El Gobierno que va a tomar posesión el 14 de enero trae consigo las mismas estructuras, los mismos equipos y las mismas dinámicas que los llevaron al poder. Incluso los mismo equipos que formaron desde la lógica municipal, departamental y nacional se enmarcan en la búsqueda de recuperar las inversiones realizadas durante la campaña”.

MENOS OPTIMISMO

Renzo Rosal, analista independiente, es más pesimista sobre la inclinación de Morales a cambios en la estructura y dice que los ofrecimientos son solo cosméticos y de discurso, pero nada de fondo.

“Aquí lo que hicieron fue establecer un muro de contención de esas demandas”, dijo Rosal. “La llegada de un nuevo Gobierno es el disfraz perfecto para hacernos creer que con un nuevo Gobierno las cosas van a ser diferentes, pero no”.

Para Mario Roberto Morales, sociólogo guatemalteco, el panorama está cuesta arriba. “Esta versión que se da, de que el pueblo despertó, está vigilante y va a fiscalizar…medio mundo dice eso sin embargo yo soy muy pesimista al respecto y quiero que conste que yo sería el primero en alegrarme si me equivoco”, apunta el entrevistado.

“No creo que vaya existir fiscalización ni movilización al menos en el corto plazo. Esto tiene que ver con la lógica de que las movilizaciones que se dieron fueron por un lado espontáneas, movidas por la lucha contra la corrupción y por otro a través de la manipulación de las redes sociales. Si no hay un golpe mediático de la CICIG, al mismo tiempo orquestado por una convocatoria en las redes sociales o muchachos que trabajan para sectores interesados en movilizar a la gente no va haber movilización lo cual no quita que haya gente muy bien intencionada no obstante la movilización va a ser muy débil, para que volvamos a ver una movilización como las anteriores tienen que haber golpes mediáticos de la CICIG (porque no hay quien más los de) orquestados a través de las redes”.

Para José Carlos Sanabria, analista de Asies, la perspectiva es más esperanzadora, sin embargo menciona: “No podemos esperar una lógica de cambio desde el gobierno o desde el Estado, porque los actores son los mismos, su pensamiento es el mismo y la ley sigue siendo la misma, en consecuencia la oportunidad va a venir cuando la población decida que así sea y empezó desde el momento en que salió a las calles. Ese salir a las calles debe continuar. Es muy importante el movimiento de la población en la política y su movilización”.

“Las manifestaciones son importantes y necesarias. Estas tendrán que organizarse mejor para mostrar con mayor claridad los objetivos. Se necesitan liderazgos más claros y estructuras, una agenda que permita identificar cuáles son aquellos aspectos que se busca reformar, sin dejar de lado la lúdica y la sátira que son elementos que fortalecen las exigencias”, puntualiza Sanabria.

CANDIDATO NEÓFITO

Morales, nacido el 18 de marzo de 1969 en una familia de clase media de Ciudad de Guatemala y cuyo nombre completo es James Ernesto Morales Cabrera, es un “outsider” de la política. Nunca fue dirigente estudiantil y tampoco se involucró en ningún proyecto político hasta que en el proceso anterior (2011) se lanzó en busca de una alcaldía.

El candidato del Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación) pasó de un modesto tercer lugar en 2011 en la lucha por la alcaldía del municipio de Mixco, vecino a la capital, a ser hoy, cuatro años después, el más votado en la primera ronda, aunque con menos del 30 por ciento.

Graduado en administración de empresas y con estudios militares de alto nivel, es más conocido como actor y como productor de cine, televisión y teatro. Sus críticos lo vinculan con la línea militar más conservadora del país, de la cual él se ha apartado.

El programa dominical “Moralejas”, donde hacía comedia en el papel de Neto con su hermano Sammy Morales (Nito), estuvo más de 15 años en el aire en televisión.

Su ascenso en pocos meses fue sorpresivo porque la exposición de su imagen durante la campaña fue escasa en comparación con la de otros candidatos, que recurrieron al tradicional gasto millonario en vallas y spots televisivos.

Una estrategia basada en el uso de las redes sociales fue al parecer lo que le ayudó a levantar los apoyos. En abril, nadie lo mencionaba entre los aspirantes principales sobre un total de 14 candidatos.

Morales define la ideología de su partido como “nacionalista de centro”. Tiene una maestría en altos estudios estratégicos con especialización en Seguridad y Defensa, un curso dirigido a oficiales del Ejército de Guatemala y civiles graduados por el Comando Superior de Educación del Ejército de Guatemala.

“Su ventaja es que se presentó en el momento en que está creciendo el rechazo de la población a los políticos en general”, dijo María Falla, coordinadora académica del Instituto Centroamericano de Estudios para la Democracia Social (Demos).

Para la experta, el voto para Morales es un “voto de rechazo a la clase política”, pero falta ver quiénes son los que lo respaldan, y si “realmente tiene propuestas específicas para hacer frente a rezagos estructurales históricos que marcan a la sociedad guatemalteca”.

*Con información de Jonathan Salazar y agencias internacionales.

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