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Opinión


La competencia por la ruralidad

Phillip Chicola

La dispersión del voto en primera vuelta ha sido un fenómeno que se manifiesta principalmente en el mercado urbano. Esto ocurre por varias razones. Primero, porque la mayor densidad de votantes en zonas urbanas facilita las campañas para posicionar con celeridad la imagen de un candidato; mientras que la dispersión territorial de lo rural, acrecienta los costos electorales. De tal forma, los partidos que compiten por el elector rural requieren de una organización más amplia, con mayor presencia territorial. Asociado a esto, el clientelismo ha venido a aumentar el costo de las campañas, particularmente las rurales. En cambio, dado que en los mercados urbanos se concentra la mayoría de indecisos previo a la elección, para las fuerzas pequeñas, resulta más eficiente en términos de costo-beneficio buscar atraer al votante citadino.
Por lo anterior, las urbes han estado sujetas a una mayor fragmentación entre ofertas electorales, a comparación con las zonas rurales. No obstante, la elección 2015 podría resultar sui géneris en este sentido, puesto que varias fuerzas podrían aspirar a competir por el mercado rural.
Primero, Lider y Patriota, dos partidos cuyas estructuras reflejan el concepto de “Partido Franquicia” acuñado por ASIES. Es decir, partidos que fundamentan su organización en el reclutamiento de líderes locales, alcaldes, diputados y gobernadores, con sus propias redes territoriales, que se integran bajo una franquicia o bandera partidaria. Ambas fuerzas –además– cuentan con los recursos para repartir prebendas entre afiliados y potenciales votantes.
Segundo, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) aspira a reconstruir las redes de Mi Familia Progresa, y recluta a líderes desgastados o de segunda línea para rellenar sus cuadros. No obstante, carece de los recursos para un amplio despliegue, necesario para el modelo de la “campaña de tierra”. La tercera fuerza la podría constituir el Portillismo. Sin embargo, el movimiento carece de la estructura y los recursos para una campaña clientelar al estilo de los punteros, o construir redes locales al estilo UNE. Por ello, seguramente aspirará a explotar el liderazgo personalista de Portillo.
Una cuarta fuerza podría ser la Convergencia por la Revolución Democrática (CRD), que se enfocará en diputaciones y corporaciones municipales. El enfoque localista se deriva de la experiencia de Álvaro Ramazzini en establecer esferas de influencia en Sipacapa y San Miguel Ixtahuacán, San Marcos; y la utilización de las Consultas Municipales como marco de oposición a la minería y las hidroeléctricas. Su modelo estratégico, fallidamente utilizado por Winaq en el 2007, será el de constituir una “Federación de Organizaciones Comunitarias”, que aglutine a líderes sociales bajo la bandera-franquicia del CRD.
De materializarse el escenario, la fragmentación rural se hará sentir en las elecciones legislativas. Dado el efecto del sistema proporcional de minorías, una mayor dispersión del voto generará un Congreso más horizontal, con fuerzas mayoritarias que no superarán los 45 diputados.

Guatemala, Martes 10 de Febrero de 2015

ASIES

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