Siglo 21 Sección: Columna de Opinión Pagina: 16

 

Trabajo infantil en Guatemala

 Uno de los problemas más graves que provocó la revolución industrial, iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, fue la incorporación de millares de niños al trabajo de fábricas y minas. Aparte de que eran sometidos a esfuerzos desmedidos, se les vedaba el derecho de ser niños y de gozar su infancia. Por ello, según indica la introducción del boletín Trabajo infantil en Guatemala, uno de los primeros temas abordados por el Derecho del trabajo –surgido justamente para proteger a los trabajadores de la excesiva explotación– fue la limitación del trabajo infantil. Era tan dura la realidad y tan generalizado el trabajo de niños, que las primeras leyes laborales emitidas en Francia e Inglaterra, alrededor de 1840 fueron, respectivamente, las orientadas a prohibir el trabajo de menores de 8 años en las fábricas, y de menores de 10 años en las minas.

El boletín forma parte del Observatorio de Trabajo Decente, del cual ya se publicó anteriormente La situación de la mujer trabajadora en cifras, que pueden obtenerse en la página web: www.asies.org.gt. Dicho observatorio es uno de los componentes del proyecto Apoyo al diálogo social para el trabajo decente, que ejecutamos en Asíes con el soporte de la Unión Europea. Elaborado por nuestro especialista en estadísticas laborales, Ing. Julio César Prado, el boletín presenta un panorama detallado de la realidad laboral que afecta a la niñez guatemalteca, a partir de las bases de datos de las encuestas del Instituto Nacional de Estadística (INE), particularmente la reciente Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos de octubre de 2014. Un hecho que resulta alentador es la importante reducción que se observa entre 2000 y 2014, pues pasamos de 925,203 a 702,087 niños entre 7 y 17 años que trabajan (desde el punto de vista legal se considera niño al menor de 18 años). Y al contrario de la Europa decimonónica, donde buena parte de los niños laboraban como asalariados en minas y fábricas, en Guatemala el 32.7% es empleado privado (mayoritariamente en empresas informales) o jornalero; y el 60% es trabajador no remunerado. Se trata en este caso de niños y adolescentes que trabajan con el papá o la mamá en los cultivos, en el taller, en la tienda o en el puesto de mercado, y no reciben paga regular.

Esto lleva a concluir, como señalaron en el panel realizado con motivo de la presentación del boletín, el 11 de febrero, integrado por las licenciadas Gabriela Gaitán, coordinadora de programas sociales de la Fundación Telefónica, Rosa Palma, jefa de la Unidad de Protección a la Adolescencia Trabajadora del Ministerio de Trabajo, y Mirna Pérez, de la Secretaría de Bienestar Social, acompañadas del Lic. Rubén Darío Narciso, gerente del INE, que el problema del trabajo infantil, al ser producto de variadas causas y tener múltiples dimensiones, requiere de una atención de carácter integral, facilitando el acceso a la educación y, fundamentalmente, promoviendo el mejoramiento de la situación económica de los padres de niños.

Esto, para que puedan prescindir del trabajo de sus hijos, pues las causas profundas se encuentran en la pobreza que les afecta. Para ello, como acertadamente enfatizó la Licda. Gaitán, se necesita no solamente de políticas y programas, sino que fundamentalmente de recursos, que permitan atender las necesidades de la niñez guatemalteca y, sobre todo, ofrecerle oportunidades de incorporarse a puestos de trabajo decente al llegar a la edad de trabajar, que les permitan salir del círculo vicioso de perpetuación de la pobreza.

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