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Transfuguismo caciquismo = latrocinio2

Por Luis Linares

El análisis de Crónica (13/2/15) titulado Tránsfugas, todo por la reelección, nos presenta el panorama de un fenómeno que contribuye a pervertir el gobierno municipal, apartándolo de sus funciones primordiales de prestador de servicios públicos y de espacio de participación ciudadana. El transfuguismo de alcaldes, al igual que el de los diputados está vinculado estrechamente con otra lacra de nuestro sistema político, como es el caciquismo, tanto en alcaldes como en diputados. Ambas tienen variadas causas, entre las que sobresalen la fragilidad y volatilidad de los partidos políticos (convertidos en partidos franquicia que se venden al mejor postor, como resaltó hace poco un estudio de ASIES sobre el tema), la ausencia de organizaciones partidarias locales sólidas, con identidad, con prácticas democráticas, que a sus integrantes y a los candidatos que postulan les exijan lealtad y rendición de cuentas. A esto se agrega una ciudadanía pasiva y conformista, una porción de la cual es fácilmente utilizada como rebaño electoral, manipulada por caciquitos de aldea y caserío. Gente que cede su voto a cambio de dádivas cada más caras (antes eran gorras y playeras) y que elevan cada vez más el costo de los procesos electorales, con lo que aumenta también el monto de la inversión a recuperar.

El principal objetivo de los tránsfugas-caciques son los cuantiosos recursos financieros que manejan las municipalidades, originados principalmente en las transferencias que reciben del Presupuesto General de la Nación. Estas transferencias fueron concebidas como un medio para fortalecer la autonomía municipal, pues sin recursos esta no es más que una ficción legal, y, para que las municipalidades, como el ente de Gobierno más cercano a la población, pudieran atender con mayor eficiencia y eficacia las necesidades de la población, que serían identificadas con la participación de ella. Al descentralizar las decisiones en órganos de gobierno dotados de autonomía, se suponía que se iba a democratizar el ejercicio del poder, pero sucede todo lo contrario. La cercanía a la población es aprovechada por los caciques para controlarla, con la certeza de que la magnitud de los desmanes que cometen no comprometerá las sucesivas reelecciones.
 

La idea de que el municipio puede intervenir en cualquier actividad relacionada con el desarrollo, permite que las opciones de gasto sean prácticamente ilimitadas.

Los recursos financieros garantizados a las municipalidades, como señalamos en el programa Dimensión, del Dr. Dionisio Gutiérrez (8/2/2015), dedicado a la Gestión municipal, se convirtieron en una piñata, con la cual hacen mangas y capirotes los alcaldes tránsfugas-caciques. No solamente les permiten enriquecerse, gastando de manera irracional para hacer realidad sus ocurrencias, sino que los utilizan descaradamente para perpetuarse en el ejercicio del poder. Y así, lamentablemente, los recursos destinados a fortalecer la democracia municipal se convirtieron en el codiciado objetivo de un latrocinio cada vez más voraz. Aparte de los ingresos que recaudan directamente, las municipalidades recibirán en el 2015, por concepto de aporte constitucional, IVA-PAZ y otros impuestos, un monto de Q6,189 millones, al que se adicionan Q1,877 millones de los fondos que manejan los Consejos Departamentales de Desarrollo, que forman otra piñata, de la cual disfrutan diputados distritales y gobernadores, y utilizan para alinear a muchos alcaldes, quienes al inicio del Gobierno, una vez descartado el partido que les sirvió para llegar al poder, se trasladan al oficial de turno, para recibir su tajada del pastel. 

Esto es posible porque, además de la pasividad y tolerancia de la ciudadanía, los órganos de control, especialmente la Contraloría General de Cuentas, son negligentes y cómplices; y también es resultado de la falta de claridad del marco legal relativo a las competencias municipales. La idea de que el municipio puede intervenir en cualquier actividad relacionada con el desarrollo, permite que las opciones de gasto sean prácticamente ilimitadas. Pero los servicios básicos para la población y la protección del ambiente son relegados por otros de mayor impacto político y mediático, como el caso de Mixco, donde el alcalde realiza una dispendiosa campaña para anunciar sus cinco grandes obras, entre ellas un estadio, en tanto los vecinos padecen escasez de agua y casi todo el municipio es afectado por un deficiente sistema vial y la ausencia de un servicio de transporte colectivo que facilite la movilización de los vecinos desde y hacia el centro de la ciudad.

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