Crónica

 

Y ahora, ¿a quién le toca?

Por Renzo Lautaro Rosal

No hago referencia a esa frase que algunos sectores opacos, revestidos de partidos están usando de un lado y otro. Me refiero a un asunto más importante, que el simple evento electoral. La profundidad de una crisis política, como la que enfrentamos en la actualidad, muestra su complejidad en la medida que el sistema político expresa poco o nulo margen de movimiento (porque es el centro hacia el cual van dirigidos los dardos); también cuando las élites tradicionales tampoco tienen instrumentos para salir del momento (porque a su agotamiento, se agrega la complicidad en los causales de la crisis). La sacudida sigue siendo fuerte, a partir de la serie de remezones que estremecen en dos sentidos, hacia dentro y hacia los lados. Esto hace que la pregunta de cómo salir del momento no tenga respuestas concretas.

Después de más de un mes de ajetreos permanentes, es más recurrente el temor e interés por lo que venga por delante (qué sucederá en estos días, qué nuevo temblor trae la semana, qué otros rostros saldrán en las primeras planas), que los dispositivos para enfrentar y pensar en cómo reconstruir la serie de entramados que han sido seriamente afectados por los eventos. Dos organismos se sitúan como centrales, tanto para afrontar capítulos venideros como para canalizar algunas de las consecuencias. El Congreso, unos interesados en su depuración, otros como la institución que puede cargar la responsabilidad de asumir parte de las exigencias: aprobar leyes prioritarias en tres dimensiones, sistema político, transparencia y fortalecimiento de la justicia. Esa es la demanda externa, pero desde dentro ocurre que muchos diputados están en otra coordenada. Unos buscan su propia sobrevivencia, que el tifón corra en otra dirección y no se los pase llevando; otros creen que el Legislativo la puede sola y no necesita mostrar apertura a nada ni a nadie. Ambas no son opciones, son visiones equivocadas. La única alternativa que les queda es asumir que forman parte del plano embarrado, por ello deben abrirse a escuchar e incorporar lo que en las calles se reclama. Pensar, por ejemplo, que para lavarse la cara es suficiente aprobar el proyecto de reformas a la ley electoral, que tiene dictamen favorable de la Corte de Constitucionalidad, sería una profundo error. Esa iniciativa requiere importantes readecuaciones, cuya legitimidad provien

El movimiento de piezas ha sido contundente. Guatemala no es ni puede volver a ser el mismo país que era hace seis semanas.

e desde fuera del Congreso. Caso similar sucederá si OPM finalmente renuncia. Quien sustituya a Maldonado como vicepresidente (a), no podrá ser solo producto de negociaciones espurias y cerradas. El sustituto cargará con la responsabilidad de cargar la procesión, casi en su totalidad. Sería la persona cuya bocanada de oxígeno ayude a llegar a enero del 2016 y, al mismo tiempo, encabezar un proceso de limpieza profunda. ¿Será esto posible? De lo contrario, la crisis va para largo. Las olas pueden crecer y tomar rumbos impensables.
La otra institución metida en el atolladero es el Organismo Judicial. Qué contrasentido, es al mismo tiempo parte esencial de la crisis, pero puede ayudar a su contención. Salir a la defensa de sus integrantes y marcar distancia con los eventos, son expresiones de su nula visión del momento. Si no se han dado cuenta que tienen el agua al cuello, están perdidos, y la ola mencionada se los llevará entre los pies. Expulsar a las piezas contaminadas, acelerar los juzgamientos, olvidarse de defender a los cuates, alinear a los dubitativos, son algunas de las únicas opciones. Congreso y OJ están contra las cuerdas, ambas no pueden estirar más el hule. Solo les queda asumir las nuevas reglas del juego, que no están sujetas a su cuestionamiento, a ser cambiadas, ni tan siquiera a promover otras.
El movimiento de piezas ha sido contundente. Guatemala no es ni puede volver a ser el mismo país que era hace seis semanas. Aún no estamos en condiciones de ver luces al final del túnel, quizás alguna incandescencia, una luz tenue. Lo que sí es importante es preparar condiciones para diseñar y erigir nuevas instituciones, nuevos liderazgos, diseñar pactos sociales de nueva generación. Para ello, los movimientos sociales seguirán apretando el acelerador para mantener la vigencia e importancia de salir airosos como sociedad de estos vientos de cambio.

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