Siglo 21 Sección: Un punto de vista

 

10 propuestas para el trabajo decente (I)

 Continuamos la serie de columnas dedicadas al documento que elaboramos en Asíes, titulada En busca del trabajo decente, en el cual se desarrollan 10 propuestas para crear más puestos de trabajo y lograr que, tanto estos nuevos puestos como los existentes, sean empleos de calidad pues, como ya se dijo en una de las columnas anteriores, la cantidad no puede separarse de la calidad. Un trabajo para ser decente debe garantizar una remuneración digna, el ejercicio de los derechos laborales, la protección de la seguridad social y el diálogo entre empleadores y trabajadores.

Es importante señalar que no existe receta mágica alguna, que con su sola aplicación permita lograr la creación de nuevos puestos de trabajo y la reducción de la informalidad y la precariedad laboral existentes. Dada la complejidad de la temática, se requiere de múltiples acciones y de la concurrencia de numerosos factores para lograrlo. Es indispensable que la economía del país funcione de forma eficiente, para ofrecer a todos los guatemaltecos la posibilidad de obtener un ingreso digno, sea mediante el empleo asalariado, el empleo por cuenta propia o el emprendimiento empresarial, que permita a la vez crear empleo de calidad.

Por ello, cuatro de las propuestas se refieren a la creación de empleo propiamente dicho. La primera abarca cuatro áreas que son generalmente identificados como los motores que la economía guatemalteca tiene a su alcance para generar empleo en forma relativamente masiva y rápida: la agricultura, a la cual se dedica actualmente un tercio de la población ocupada y genera un alto porcentaje de las exportaciones, al tiempo que satisface buena parte de nuestras necesidades alimentarias. Por ello, a pesar de sus limitaciones, debe ser el punto de partida para dinamizar la economía campesina. A inicios del actual gobierno, siendo ministro de Agricultura el Ing. Efraín Medina, se formuló el Programa de Agricultura Campesina para el Fortalecimiento de la Economía Familiar (Paffec), y se dio continuidad a lo que en ese Ministerio se denominó la vuelta al campo, con el Sistema Nacional de Extensión Rural. El Paffec tiene un diseño adecuado y un gran potencial para impulsar el desarrollo rural –que no se agota en la agricultura– pero lo desvirtuaron al reducirlo a la inútil y onerosa entrega de fertilizantes, en tanto que el extensionismo lo convirtieron en un instrumento de control político. De manera que es fundamental rescatar la misión del Paffec y de la extensión rural.

El apoyo a la economía campesina se debe combinar con la promoción de las pequeñas y medianas empresas, que puedan abastecer el mercado interno y exportar. Para ello se requiere corregir el sesgo exportador –lo que no significa suprimir– que caracteriza a la economía guatemalteca desde mediados del siglo XIX y, mediante una adecuada política agraria, evitar la creciente concentración de la propiedad de la tierra en grandes latifundios dedicados a monocultivos.

De acuerdo con estimaciones de Fundesa, la agricultura puede generar 350 mil empleos adicionales en los próximos 10 años. Uno de los sectores de mayor potencial es el forestal, que coincide con la vocación de la mayoría de suelos de Guatemala. El segundo motor está constituido por la industria alimentaria y la manufactura ligera, que deben tener como destino principal, no necesariamente exclusivo, el mercado interno y el centroamericano. El impulso a la industria alimentaria contribuirá a la sostenibilidad de los esfuerzos en materia de diversificación agrícola.

ASIES

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