Una travesía interminable, un trayecto con un destino incierto, una situación que se ha repetido generación tras generación, en donde un gran número de personas busca huir de la situación precaria de su país para buscar oportunidades fuera. En la mayoría de los casos, Estados Unidos es el principal destino de aquellos individuos que solamente buscan una oportunidad para alcanzar una mejor calidad de vida.

La migración irregular no es una situación reciente. Si lo vemos en retrospectiva, realmente es un fenómeno que se ha venido repitiendo hace bastante tiempo. Esto mismo es lo más preocupante, pues el hecho de que un gran flujo de personas se movilice desesperadamente en busca de oportunidades evidencia las grandes carencias que presentan los países de origen de los migrantes.

Las causas son diversas. La publicación “La migración y las remesas familiares en el contexto de la COVID-19” afirma que las razones principales de este fenómeno en Guatemala, ya sea de forma regular o irregular, se circunscribe y está ligada principalmente al factor económico, en otras palabras, a la falta de empleo digno y oportunidades para generar ingresos a nivel local.

El estudio demuestra que para el 2019, un 90 % de los migrantes reconocieron que la principal razón que los llevó a tomar esta decisión fueron las dificultades económicas. De esta categoría un 43 % se debía al desempleo, un 22 % se debía a la falta de trabajo para cubrir sus necesidades y un 15 % se debía a los bajos salarios con los que se remuneraba el trabajo. Otras razones que podemos contar como motivo de esta movilización de personas es la inseguridad (2 %), la violencia y el crimen organizado (3 %), la reunificación familiar (2 %) y la pérdida de cosechas (3 %).

El último censo poblacional muestra también el perfil de la mayoría de los migrantes. Se puede caracterizar que son personas en su mayoría de sexo masculino (aunque en estos últimos años también ha aumentado el número de mujeres), procedentes principalmente del área rural, aunque no exclusivamente.

El comienzo de la pandemia puso en pausa, de cierta manera, el deseo migratorio de las personas. Según la Organización Mundial para la Migración (OIM), en la población migrante de Centroamérica y México se identificó que la pandemia afectó el proyecto migratorio del 57 % de las personas con intención de migrar. Dentro de este grupo el 47 % pospuso su viaje, el 10 % cambió su intención con respecto a migrar y ya no desearon hacerlo, y el 43 % cambió de opinión con respecto a migrar por un motivo distinto al de la pandemia.

Pero, al transcurrir el año, el flujo migratorio continuó. Según Ligia Reyes, coordinadora de la organización Casa del Migrante, durante su intervención en el panel titulado “El drama de la migración en Centroamérica”, llevado a cabo por ASIES, durante el 2021 la migración incluso aumentó. “Las personas realmente no le tienen miedo a una pandemia, temen a lo que es concreto, tangible, como quedarse sin trabajo, sin comida o sin dinero”, dijo.

La OIM también identificó que un 84 % de las personas que pensaron migrar en los últimos 12 meses a lo largo del año 2020, considerarían retomar el viaje cuando la situación se hubiese normalizado.

En este sentido, no puede dejar de mencionarse, aunque sea de manera general, los peligros que trae consigo la migración irregular. Veamos primero el plano económico. Toda migración, regular o irregular, requiere de un costo para poder realizarse. Según el analista Jahir Dabroy, coordinador del Departamento de Investigaciones Sociopolíticas de ASIES, un 30 % de los migrantes gasta entre 40 a 60 mil quetzales en costos de migración. Un 28 % gasta entre 60 a 80 mil quetzales y finalmente otro 28 % gasta de 80 a 100 mil quetzales, incluyendo el pago a “coyotes”.

Pero más preocupante aún son los riesgos a los que se exponen las personas a la hora de involucrarse en este camino: trata de personas, fraudes, arrestos, y violencia física y sexual son solo algunos de los peligros durante el tránsito hacia su destino.

Para finalizar, es justo reflexionar en lo siguiente. ¿En verdad hay necesidad de exponerse a tales situaciones para poder ir tras una vida mejor?, ¿merecen los migrantes padecer esto por las oportunidades que no pudieron recibir de sus propios países? La migración seguirá sucediendo, las personas seguirán buscando una vía de escape hacia un entorno más prometedor, pero es necesario reflexionar sobre la importancia de un cambio para que sean menos las personas que vivan una “pesadilla detrás del sueño americano”.

*Por José Pablo Gracias, estudiante de periodismo, UNIS.

ASIES

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