La semana pasada escribí sobre la ventana de oportunidad que está abierta para aprobar reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP). La crisis política generó las condiciones para que las estrellas se alinearan a favor de una reforma electoral. Las condiciones y circunstancias son muy favorables. Hemos esperado por años esta oportunidad y no podemos desaprovecharla, ni mucho menos dejar que se nos escape de las manos.

La reforma requerirá que los actores involucrados en el proceso asuman una actitud responsable y comprometida con los cambios que se deben impulsar en la normativa electoral. No es momento de buscar protagonismos para aparecer en la primera fila de la foto, ni tratar de capitalizar “políticamente” los espacios de discusión, ni mucho menos de aprovechar las propuestas para perfilar en la escena “electoral”. Sino todo lo contrario, es momento de que los actores pongan al país en el primer lugar y dejen por un lado los intereses particulares.

En este sentido, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) entregó a la Comisión Permanente del Congreso de la República una propuesta de reforma a la LEPP, que tiene entre otros aspectos, elementos que promueven la democracia interna de los partidos políticos, mejoran la fiscalización del financiamiento a los partidos políticos, y promueven el fortalecimiento del TSE, cómo ente rector del sistema electoral.

La propuesta del TSE pone sobre la mesa interesantes aspectos que no podrán ser ignorados por los actores que discutirán las reformas, dado que lo presentado por el órgano electoral, si se aprueba, tiene el potencial de provocar cambios significativos en nuestro sistema electoral y de partidos políticos.

El horizonte de discusión debe estar orientado a construir un sistema de partidos políticos más democrático y representativo, en donde los afiliados dejen de ser un número más, un simple requisito, y sean actores que están involucrados en las decisiones del partido. Un sistema en donde el financiamiento a los partidos sea transparente, y que los intereses de los financistas no determinen el actuar de los políticos.

Las cartas están sobre la mesa y los partidos tendrán ahora la responsabilidad de construir acuerdos entre los actores partidarios, sociales e institucionales para elaborar un proyecto de reforma electoral que atienda las demandas expresadas por diversos sectores.

Una tarea nada fácil, si consideramos que el Congreso además de los múltiples intereses debe manejar los tiempos “políticos” para evitar que las marchas lleguen a sus puertas. Los partidos representados en el Congreso han manifestado mucho interés en conocer y aprobar las reformas lo más pronto posible.

Por ello, es necesario insistir en que los diferentes actores deberán alcanzar acuerdos para aprovechar el momento político y aprobar un conjunto de reformas a la LEPP, que tengan la virtud de responder a las necesidades y demandas de la dinámica política actual. ¿Qué opina usted?