La Encuesta sobre la situación del trabajo doméstico ante la crisis del COVID-19, realizada por el proyecto Promoviendo el trabajo decente para todos, que ejecuta la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) con el apoyo de la Unión Europea, tiene como finalidad contribuir al conocimiento de la situación de las trabajadoras domésticas en el contexto de la crisis ocasionada por la pandemia del COVID-19, que permita impulsar propuestas para mejorar las condiciones de este segmento de la población laboral de Guatemala.

Según los datos de la última encuesta nacional de empleo e ingresos (ENEI-1) de 2019, este sector representa el 4.6 % (alrededor de 320,000 personas) de los 6.9 millones de ocupados.

La Encuesta sobre la situación del trabajo doméstico ante la crisis del COVID-19 tiene una importante limitación derivada del medio seleccionado –redes sociales— para el reclutamiento de la muestra. Este es el único disponible en las circunstancias prevalecientes en el país, pero no permite utilizar una muestra que tenga el nivel de confiabilidad de las que son estadísticamente seleccionadas.

No obstante, permite aproximarse a una realidad. Este acercamiento será tan cercano en tanto participe un número razonable de personas y de mayor confianza que la obtenida a través de contactos personales o la simple percepción. Pero la comparación de algunos de los datos obtenidos con los que ofrecen las ENEI permite determinar que muchos de ellos tienen un alto grado de validez.

Como se indica en la presentación de los resultados, participaron 1,340 personas, de las cuales, el 72.6 % corresponde al departamento de Guatemala; de quienes el 67 % (896) indicó tener a su servicio una trabajadora doméstica al inicio de la crisis (marzo de 2020).

Hallazgos

  • El trabajo doméstico es una labor eminentemente femenina. Ningún encuestado reportó tener un trabajador doméstico hombre. El estudio sobre trabajo doméstico realizado por ASIES en 2014[1], con datos de la ENEI de 2013, reportó que el 94.5 % de los trabajadores domésticos eran mujeres.
  • El 42 % de los encuestados indica que la trabajadora doméstica tiene una jornada de trabajo de tiempo completo. La ENEI de 2013 indicó que el 48 % laboraba 41 horas semanales o más. Según el estudio sobre el trabajo rural,[2] que utiliza los datos de la ENEI de 2019, el 48 % de las trabajadoras domésticas labora 45 horas o más.
  • Uno de los datos más difíciles de obtener en cualquier encuesta es el relacionado con los ingresos, debido al temor de consecuencias fiscales o legales de otra índole. Si bien el programa utilizado – como se indicó en la presentación del cuestionario – no permite identificar a los informantes, solamente dos de cada cinco encuestados que tiene a su servicio una trabajadora doméstica, informó sobre el monto que paga. El 78 % de los que respondieron indicó que paga Q1,000 mensuales o más (20 % paga más de Q2,000).

En 2013, solamente el 19 % de las trabajadoras domésticas devengaba más de Q1,000. Según la ENEI de 2019, el ingreso promedio de los trabajadores domésticos es de Q919.68, siendo más elevado para el segmento de trabajadores de 46 a 65 años y residentes en el dominio urbano metropolitano (departamento de Guatemala).

  • El pago de aguinaldo lo recibe un alto porcentaje de las trabajadoras (72 %) y un poco menos (60 %) el Bono 14. Otro estudio de ASIES sobre el cumplimiento de las prestaciones laborales, con datos de la ENEI 1 de 2015,[3] reveló que el 60 % de los asalariados urbanos recibía aguinaldo y Bono 14.
  • De los 896 empleadores que al inicio de la crisis tenía trabajadora doméstica, solamente el 27 % renunció o fue despedida. No se indagó sobre el motivo de la renuncia, pero puede deberse, entre otras razones, a la imposibilidad de la trabajadora para atender a su familia o para llegar al lugar de trabajo –debido a las restricciones de transporte público como medida de contención del COVID-19—, además de que para quienes pudieran hacerlo, tendría un elevado costo.
  • Casi un tercio de los empleadores indica que la trabajadora no continúa laborando pero se le mantiene el salario, lo que indica un comportamiento solidario, especialmente cuando se mantiene la totalidad del salario.

Influye seguramente que un número importante de los que respondieron se encuentra ubicado en los estratos medio y medio alto dela clase media, y que no ha sufrido merma en sus ingresos o al menos no de manera considerable, debido a las circunstancias particulares de su trabajo. Por otra parte, quienes indicaron que redujeron el salario aducen, mayoritariamente, que se debe a que su situación económica no permite pagar el mismo salario.

Para un número apreciable de trabajadoras (40 % de 306 respuestas), el horario de trabajo aumentó y a dos de cada cinco (43 % de 266 respuestas) no se les permite visitar a su familia. Un reportaje de El País (España) sobre la situación de las trabajadoras domésticas en Colombia, cita los datos de una encuesta a 678 trabajadoras, que revela que cerca del 90 % se encuentra confinada en su casa y la mitad no recibe salario.[4]

  • La principal causa para reducir los horarios (sobre 119 respuestas) es la dificultad en materia de transporte (40 %), debido a la total suspensión de los servicios de transporte colectivo de pasajeros, a lo que se agrega el toque de queda, con 14 %. Es indudable que al depender casi exclusivamente del transporte colectivo, a muchas trabajadores domésticas les fue imposible presentarse a sus labores. También sobre 119 respuestas, el 71 % indicó que el propósito principal de la reducción de horarios era la prevención de contagios en los integrantes de la familia.
  • Otros temas abordados en la encuesta, como la causas de despido de la trabajadora doméstica –reducción de los ingresos familiares– en un 30 % de 103 respuestas, deben considerarse de muy escasa representatividad. Más aun en las preguntas relacionadas con las causas que motivaron aumento del horario del trabajo o de la carga de trabajo, pues solamente se obtuvieron seis respuestas.
  • La casi totalidad de empleadores (92 %) señala que proporcionó información a las trabajadoras sobre las normas de higiene que deben seguirse. Esto indica que, en el grupo que respondió, hay un adecuado nivel de comprensión de los riesgos que representa el COVID-19. El 70 % indicó que proporciona a la trabajadora insumos para su protección.
  • Respecto a las características de las trabajadoras domésticas, el 87 % (sobre 658 respuestas) indicó que la trabajadora doméstica sabe leer y escribir. Un estudio de ASIES indica, con datos de la ENEI-3 de 2017,[5] que alrededor del 54 % de los trabajadores domésticos había cursado el nivel de primaria y 21 % carecía de algún nivel educativo.
  • Sobre la pertenencia étnica, el 61 % indicó que la trabajadora doméstica es ladina o no indígena. El mismo porcentaje señala la ENEI-2 de 2013 para los trabajadores domésticos. En este caso la respuesta proviene de las personas encuestadas, quienes se autoidentifican como pertenecientes a una determinada etnia.
  • Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el trabajo en tiempos de pandemia,[6] señala que entre los grupos más vulnerables de trabajadores se encuentran los trabajadores informales, las trabajadoras domésticas remuneradas y los trabajadores migrantes. En Guatemala las trabajadoras domésticas son al mismo tiempo trabajadoras informales, pues no están protegidas por la seguridad social. El estudio subraya la necesidad de mejorar sus condiciones de trabajo, entre ellas las condiciones de seguridad y salud, y el acceso a beneficios sociolaborales.
  • Otro documento de CEPAL sobre los efectos de la pandemia sobre los cuidados,[7] realizados mayoritariamente por mujeres tanto en forma no remunerada (las mujeres del núcleo familiar) y remunerado (las trabajadoras domésticas), indica que las consecuencias de la crisis del COVID-2019 se manifiestan fuertemente en las trabajadoras remuneradas, afectadas por una situación de alta vulnerabilidad, derivada de la ausencia de regulación, de las menores posibilidades de ejercer su derecho a asociarse y negociar colectivamente, y la falta de valoración de su trabajo.
  • El Proyecto Promoviendo el trabajo decente para todos inició, antes de la crisis del COVID-19 un estudio sobre el trabajo doméstico en Guatemala que estará concluido en el curso del tercer trimestre de este año, desde el cual se espera formular propuestas orientadas a que el objetivo de trabajo decente sea también una expectativa alcanzable para las trabajadoras domésticas.

La presente encuesta ha sido elaborada con el apoyo financiero de la Unión Europea. Su contenido es responsabilidad exclusiva de ASIES y no necesariamente refleja los puntos de vista de la Unión Europea.


[1] Linares, Luis y Prado, Julio (2014). Trabajo doméstico en Guatemala. Boletín MOMENTO, ASIES, número 3, 2014. Guatemala.

[2] Prado, Julio (2020). Trabajadores rurales en Guatemala. Observatorio de trabajo decente. Serie: Condiciones laborales de los grupos vulnerables. Proyecto Promoviendo el trabajo decente para todos. Guatemala.

[3] Prado, Julio (2016). Cumplimiento de prestaciones laborales. Boletín número 6, Observatorio de trabajo decente. Proyecto Diálogo social para el trabajo decente. ASIES-UE. Guatemala.

[4] https://elpais.com/sociedad/2020-05-22/confinadas-y-sin-trabajo-la-incertidumbre-de-las-trabajadoras-domesticas-en-colombia.html

[5] Prado, Julio (2018). Nivel educativo e ingresos laborales en Guatemala, 2002-2017. Revista ASIES número 5, 2018. Guatemala.

[6] CEPAL-OIT (2020). El trabajo en tiempos de pandemia: desafíos frente a la enfermedad por coronavirus (COVID.19). Santiago de Chile.

[7] CEPAL (2020). La pandemia del COVID-10 profundiza la crisis de los cuidados en América Latina y el Caribe.


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